jueves, 6 de agosto de 2015

Vacaciones de infierno

La verdad es que la persona que inventó las vacaciones de invierno debe haber estado bajo el influjo de drogas pesadas.

NO ENTIENDO!

¿A quién, en su sano juicio, le puede parecer divertido que la ciudad sea invadida por una horda de locos bajitos que impiden caminar, entrar a un cine, o tomar un café en un local de comidas rápidas (con o sin payaso poseído)?

Este año me dije "a mí no me agarran"...y me fui de vacaciones.  Creo que es la primera vez en mi joven y glamorosa vida que salgo de vacaciones de invierno. Y la última.  Háganme acordar.  O mátenme si me olvido. Pero no me dejen volver a sufrir.

El problema comienza con las reservas de hoteles.  Todo lleno.  Hasta pueblos que no figuran ni en los mapas están con su capacidad colmada.  Explíquenme eso!!!  Por supuesto donde conseguís disponibilidad el precio es desproporcionado.  O sea, no te pueden cobrar un hotel de Villa Cardones al mismo precio que el Hilton en temporada baja! Chicos, todo bien, es muy lindo el norte..pero no es para que se emocionen así con los precios!!!!

La diversión continúa en el aeropuerto. Vas dos horas antes de la salida del vuelo y la sensación es de un hormiguero gigante que fue pisado por el monstruo grande que pisa fuerte de la canción de Gieco.
Gente que corre arrastrando valijas, chicos que juegan en todos lados, padres que pierden la paciencia, empleados de counter que no la pierden porque jamás la tuvieron...y uno que lo único que quiere es que la tortura termine, subirse al avión y huir.

Pero como no hay mal que dure cien años, eventualmente llegás a tu destino.  Noroeste allá vamos!!
Llegás con tus ilusiones de comidas típicas, de paisajes inolvidables.  Mi experiencia fue la siguiente:

Llegué de noche.  Hacía un frío de los mil demonios de la Antártida. Abrigada hasta los dientes salí a comer y a comprar una excursión.  Compré un paseo de todo el día para el día siguiente, de esas que te hacen levantar bien temprano.  Todos los lugares de comida estaban cerrados y con temperaturas gélidas me tuve que conformar con un par de empanadas medio frías.

Al día siguiente me levanté a las 7 de la mañana.  Vieron La Marcha de los Pinguinos? bueno, hacía más frío que eso. Me puse camiseta térmica. polera, pullover, campera, bufanda, gorro de lana, guantes, medias dobles, calzas y botas.  Salimos de excursión. De esas lindas..que te hacen caminar más que Moisés cuando cruzó el desierto.  A las 10 de la mañana me quería matar.  Cuando el sol salió la temperatura se elevó como 20 grados. Cuando caminaba en medio del paisaje polvoriento sentía como algunas partes de mi cuerpo iban derritiéndose.  Al mediodía la temperatura rozaba los 30 grados.  y nos llevaron a almorzar. Locro. Con cada cucharada las gotas de sudor corrían por mi nuca.  Me tuve que comprar una remera de mangas cortas en un puesto de artesanías.  O sea, una remera de turista. Odio las remeras de turista.  Odio con el alma esas remeras que dicen: "Alguien que me quiere mucho fue a Bariloche/MardelPlata/Cariló/Anillaco/Misiones...y me trajo esta remera"...pero era eso o la deshidratación.  Feliz de la vida me saqué todo y me quedé fresquita!! Ahora si!...no, ahora no, a las dos horas se nubló y casi me agarro una pulmonía.

Bueno, podría estar horas escribiendo sobre lo descabellada que me resulta la idea de ir de vacaciones de invierno. Pero creo que ya dejé claro mi punto.   Y tomé una firme decisión:  A partir del año que viene voy a ir de vacaciones de invierno en verano.















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